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¿Conoces mi último libro?

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Edificis Catalans amb Història (2023)

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La Geronto-Borroka

Hay mucha gente a la cual la llegada de la edad de la jubilación le resulta poco menos que el fin de sus días. La incapacidad de hacer nada que se salga de la rutina de levantarse cada día e ir al trabajo hace que muchos jubilados, a los cuatro días de dejar de trabajar, tengan como máximo objetivo esperar la caja de pino; objetivo que acostumbran a cumplir con cierta rapidez. Pero esto, seguro que no era lo que les pasaba por la cabeza a dos entrañables ancianitos... por desgracia.

El primero, en Sant Vicenç dels Horts (Barcelona), un abuelete de 82 años que ha sido acusado por los Mossos d'Esquadra de provocar él solito el incendio de 42 containers de la basura desde octubre del año pasado. ¡Vaya con el jovenzuelo!

Por lo visto, el hombre, antiguo activista vecinal y militante comunista, se había rebotado ante la subida del impuesto municipal de las basuras, y como un kale-borroka cualquiera, se dedicaba a meter fuego a objetos inflamables y los tiraba dentro del contenedor, provocando su incendio y el de los que estaban al lado, llegando a ser un peligro para los coches y los edificios más cercanos.

Curiosamente, los incendios (los daños de los cuales ascienden la nada desdeñable cantidad de 67.000 euros) se producían entre las 6 y las 8 de la mañana y es que, como les pasa a la mayoría de “jubiletas”, eso de irse a dormir cuando las gallinas implica que la actividad diaria empiece mucho más temprano que para el resto de mortales. Lo peor de todo es que, debido a la avanzada edad del pirómano, los Mossos no han podido detenerlo y ha quedado en libertad, quedando prácticamente impune. Pero no todo acaba aquí.

Cerca de Salas de los Infantes (Burgos) el Seprona ha detenido a un "simpático" abuelito de 76 años que en su casa acumulaba 101 cabezas de corzo, 65 cuernas de la misma especie, 12 cabezas y 6 cornamentas de ciervo, 2 trofeos de jabalí y 200 lazos de acero. Ahí es nada.

El añejo furtivo actuaba en un par de cotos de la comarca, poniendo lazadas de cables de acero para atrapar a sus presas. Una vez el incauto animal caía en la trampa, el cabrón -porque no tiene otro nombre- los mataba y cortaba la cabeza, dejando el cuerpo del bicho abandonado por el campo. Aún después de la detención, el anciano acompañó a los miembros del Seprona a desmantelar 15 trampas más que tenía instaladas, que quedaron confiscadas junto a la red y el machete que fueron encontradas en su domicilio.

Ignoro realmente lo que pasa por los cerebros de esta gente, pero mucho me temo que el hecho de verse con más historia por detrás que por delante les hace "pasar" totalmente de reglas y convencionalismos para con sus semejantes más jóvenes, como si el hecho de que les quede poco tiempo de vida les diera derecho de pernada para hacer lo que les venga en gana con total impunidad. Si encima se aprovechan del hecho de que las leyes, por su avanzada edad, ya no los obliga a ingresar en prisión, el desprecio y desdén con la sociedad que demuestran estos viejos es de juzgado de guardia.

Estos carcamales descerebrados se amparan en el hecho de que pocas responsabilidades les podrán pedir porque les queda poco tiempo en el “convento”, pero la Justicia no puede -ni debe- prescindir de castigos ejemplares por muy mayor que sea el delincuente, porque si cada vez somos más longevos y cada vez hay menos jóvenes, como le de a todo el mundo por cagarse dentro, el apocalíptico mundo de Mad Max, al lado del nuestro va a parecer el de los Teletubbies.

Por suerte, no todos son así... aunque cuando en el Metro hay dos abueletes y un solo asiento libre, no lo tengo tan claro

No tiene nada que perder... ¡Cualquiera le lleva la contraria!

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